Centro para la Democracia Proactiva

Centro de Estudios para la Democracia Proactiva
José Ignacio García Hamilton
www.centroparalademocraciaproactiva.org

Imposición justiciacional o cambio fraude en Cuba

Se ha originado una discusión en las redes sociales de la Internet sobre el tema de una transición en Cuba de borrón y cuentas nuevas o de la imposición de un nuevo régimen que reivindique todos los abusos cometidos por tantos años. Sin embargo, creo que el único que tiene la capacidad de ejecutar una acción de acuerdo con sus intereses es el propio régimen, con la anuencia del establishment de los Estados Unidos, representantes en el Gobierno y unos cuantos lideres de la oposición. Aquí les traigo este análisis, realizado en febrero del 2022 y actualizado este 25 de octubre del 2025 de acuerdo con las nuevas circunstancias.


Reformas a la medida para una transición en Cuba.

Este análisis no es un secreto que se intenta revelar o poner en alerta al régimen Castro-Canel sobre las iniciativas en estas reformas. Ellos la saben mejor que nadie, las razones por las que no las han aplicado pueden ser muchas: respeto histórico al inmovilismo de los llamados «históricos», encabezados por Raúl Castro, miedo y falta de autoridad de las nuevas autoridades en el poder, ya que Miguel Díaz-Canel no tiene el poder totalitario del país. Por tanto, la percepción era de mantenerse en su zona de confort a ver si sucedía un milagro, como varias veces ha sucedido, para salir a flote y mantenerse en el poder. Se estuvo apostando a un apoyo sustancial de México, Colombia y Brasil, además del de Irán, Rusia y China, pero en la práctica no sucedió.

Las nuevas condiciones geopolíticas y el deterioro abismal de la situación política, económica y social en Cuba exigen una decisión más profunda, ya que las esperanzas en los viejos aliados no han funcionado, porque todos tienen sus propias crisis.

Los aliados, Rusia muy desgastada con la guerra contra Ucrania, una presión económica internacional contra ella inmensa, y una crisis interna que, no le permite dar una asistencia sustancial a Cuba.

Lo de Irán es de sobra conocido, por su confrontación con Israel y los Estados Unidos. Su capacidad de apoyo e influencias en estos momentos es nula.

México, Colombia y Brasil están colaborando, pero su situación interna no le permite irse más allá de sus posibilidades y la demanda necesaria para salvar al régimen cubano es impredecible.

La otra situación que precipita el cambio es la aguda crisis económica y social en Cuba. Aunque es sabido por todos, la incapacidad que tiene el sistema socialista para generar riquezas, por su concepto sobre la propiedad y el emprendimiento humano por sus propios intereses, ahora se le suma una corrupción desmedida y una escasez general que pone a los individuos a la defensiva, cada cual luchando por su propia existencia.

Los revolucionarios comunistas disidentes añaden otro factor: una especie de negligencia institucional, para incentivar la crisis y justificar los cambios. También implementar medidas que son incompatibles con el sistema totalitario, para hacerlo caer en contradicción y facilitar la corrupción como es el caso de las MYPIMES.

Ahora bien, no se pudiera emprender un cambio de este tipo en Cuba si no tiene toda una coordinación y aprobación del Gobierno norteamericano, que también necesita del apoyo del establishment cubano. Y por supuesto, de la participación de lideres opositores cubanos con poder e influencias, que tienen como argumento que ninguna estrategia anterior ha dado resultados y hay que empezar por buscar la participación de todos, considerando que todos son víctimas del sistema, incluyendo los máximos dirigentes del régimen cubano.

Además, no existen estructuras de oposición interna con capacidad de reemplazo al regimen actual. Tampoco hay proyectos para establecerlas ni las personas buscando un liderazgo para formar parte de un nuevo gobierno. Ante esta realidad, el establishment cubano ha entendido que la única forma de mover fichas en Cuba es una acción compartida entre la nueva casta cubana del régimen y un grupo de los opositores llamados moderados.

Un amplio sector de régimen considera que una amplia reforma política los podrá mantener y legitimar en el poder con mayor estabilidad económica y social y hacer más cómoda su gobernabilidad política, aunque tenga que ceder algunos espacios y reclamos de la oposición. Sería un entramado que conlleve: multipartidismo, liberación de los presos políticos y elecciones.

Multipartidismo: La anuencia de más partidos políticos facilita la fragmentación de los partidos políticos llamados de derecha, y algunos partidos de izquierda formarían coalición con el régimen.

Los presos políticos: Los presos políticos no constituyen un peso de liderazgo importante en la sociedad política actual en Cuba. Además, con esa liberación se resolvería la situación de los encarcelados de la falsa oposición que no hayan sido liberados con anterioridad, porque la falsa oposición, llamados alacranes en Venezuela, tiene que jugar un papel importante en ese proceso de transición a la medida.

Las elecciones: No se usa el término de elecciones libres, porque ya eso desapareció con la tecnología en el Siglo XXI. Entonces, se organizan unas elecciones, donde toda la logística será realizada por el régimen cubano. Desde la creación del Consejo Electoral hasta las reglamentaciones de todo el proceso, eso incluye la aprobación de los partidos políticos y la inhabilitación de candidatos, entre otras prerrogativas.

No obstante, el voto se realizará de forma electrónica mediante máquinas de votar. Hay que evitar casualidades como una alianza de los no izquierdistas y una primaria para un candidato único que pueda comprometer el voto electoral al régimen. Las máquinas pueden ser similares a las utilizadas en Venezuela y en los propios Estados Unidos, ya hay una gran experiencia en estos mecanismos electorales.

El sentido de esta reforma, no sería una transición a la democracia real, pero sí tendría un viso de democracia que destrabará la codificación del embargo norteamericano en el Congreso, que está sustentado por esas tres condicionales antes expuestas y que son: liberación de los presos políticos, instauración del multipartidismo político y elecciones directas.

La abolición del embargo permitiría que los empresarios norteamericanos y también cubanos comiencen de inmediato a vender a Cuba, financiados por la Banca Privada. No acarrearía en este caso ningún riesgo por falta de pago, porque la Banca Privada al no recibir los pagos correspondientes pasa la deuda al Gobierno Federal.

Concluido este proceso, naturalmente que se verán grandes mejoras, será casi imposible disentir, porque la población en mayoría, incluidos los cubanos radicados en el extranjero serán los primeros que te atacarán y sería muy difícil organizar un sistema de oposición real, lo que pudiera convertirse en una dictadura institucional. Aunque a largo plazo pudiera llegarse a organizar una transición real más profunda, como un sistema de anarcocapitalismo, como viene sucediendo en Argentina.
Pero en el contexto actual que estamos analizando, sería muy difícil instaurar cambios profundos, ya una vez José Martí sentenció sobre algo parecido a esto cuando se llega al poder de esta manera: «… sería muy difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes … y legitimado por el triunfo».

Las premisas de cambios serían:


1-. Liberación de todos los presos políticos, sin la abolición de la tipificación del actual delito político en el Código Penal.

2-. Autorización de todos los partidos políticos, incluidos las de la Falsa Oposición. Con normas y reglamentos de participación, incluso en los órganos de poder.

3-. Elecciones presidenciales a largo plazo, según ellos cuando las condiciones las permitan, con un Consejo Electoral designado por el régimen y los candidatos seleccionados por ese Consejo Electoral, al estilo Venezuela.

4-. Permitir todas las manifestaciones públicas en forma pacífica y que sus organizadores, promotores y participantes se comprometan a enfrenar a todos los que no se comporten bajo las reglas del llamado pacifismo. No obstante, el régimen se reserva el derecho de las autorizaciones y sus condiciones: de fecha, lugar y sus promotores.

5-. Prensa privada en todos los tipos de medios, con licencia otorgada por el régimen y regulación de contenido.

6-. Entrada y salida libre al país de todos los ciudadanos cubanos, bajo el requisito de un comportamiento no hostil al régimen.

7-. Autorización de vuelos internacionales hacia todos los destinos posibles del país, con impuestos mínimos de aduana. Medicamentos y alimentos libres de impuestos.

8-. Permitir la salida y entrada de personas con propósito de hacer compras y de mercadeo. La suspensión del embargo le permitirá al régimen tener un auge económico que pueda competir con el naciente mercado privado.

9-. Permitir la inversión extranjera, incluso de los cubanos en coordinación con el régimen cubano. Para ello hay que darle un respaldo legal a la propiedad privada en Cuba a la inversión de capital.

10-. Flexibilización de muchas regulaciones internas sobre transporte, uso de las tierras, libre mercado y comercialización.

La idea no es que se esté o no de acuerdo con estas reformas, sino quién puede o tiene la forma o capacidad para evitarlo. Si no tienes cómo evitarlo, no importa que no esté de acuerdo, tu opinión no cambia las cosas. Lo que el régimen si tiene la capacidad de esta maniobra y con ello recibiría el reconocimiento internacional y la suspensión de todas las sanciones norteamericanas.

No obstante, establishment cubano y los opositores elegidos para este proceso tendrán la responsabilidad de negociar y abogar por el máximo de apertura posible, teniendo en cuenta la urgencia que tiene el régimen cubano de buscar una salida a la inmensa crisis humanitaria que está generando cientos de muertes diarias.

Ahora, toda esta premisa de cambios está sujeta a lo que pueda suceder en Venezuela. No obstante, también pudiera ser válida para que Estados Unidos la considerara como una apertura en Cuba y así evitar una acción de fuerza mayor. Sin estructuras de gobernabilidad en Cuba, una deposición drástica del régimen por parte de Estados Unidos obligaría imponer un Gobernador norteamericano y apoyo militar como fuerza del orden.