Centro para la Democracia Proactiva

Mi nombre Diosmel Rodríguez
Director Ejecutivo del Centro de Estudio
“José Ignacio García Hamilton”

El 19 de diciembre de 1992, con vistas a las elecciones que se celebrarían un día como hoy 20 de diciembre, regamos cientos de octavillas en la ciudad de Santiago de Cuba Juan José San Emeterio y yo, con una impresión que decía: No al voto, porque no hay democracia. Debo señalar que una fuerte brisa de invierno nos ayudó mucho por el tipo de papel y los lugares escogidos. Como resultado de esa acción fui detenido y encarcelado el 17 de marzo de 1993.

El juicio se desarrolló en el Tribunal Provincial de Santiago de Cuba, presidido por la Jueza de nombre Paula y el Fiscal David Concepción. Todo se desarrollaba con cierta normalidad, para estos juicios políticos, donde todo ya está preconcebido.

Sin embargo, la Jueza quiso reseñar el peligro de mis actos que, al decir de ella, ponían en peligro la revolución y la estabilidad social. Al ser cuestionado sobre mis propósitos, le aclaré que estaban sobrevalorando mis posibilidades o considerando la revolución muy débil ya que, si con unos simples papelitos la revolución se ponía en riesgo, donde estaba ese apoyo popular del que tanto se habla. No se produjo respuesta ni argumentos

Acto seguido a jueza la pregunto al fiscal cuales eran las pruebas del delito, a lo que el Fiscal no encontraba como darle una respuesta en alta voz, y desde su posición sentado en la primera fila, alegó que había repartido octavillas con propaganda enemiga, a lo que la Jueza recalcó, pero que decían las octavillas y casi como un susurro dijo desde su posición de sentado: “no al voto porque no hay democracia”.

La jueza acto seguido me preguntó que podía decir al respecto y solo le dije que era propaganda política, no propaganda enemiga, pero la mejor prueba era que estaba siendo juzgado por propaganda política que en todo el mundo eso es normal, hice referencia que en México acaban de hacer unas elecciones y llenaron el país de pancartas y volantes y nadie había sido encarcelado, que si hubiera democracia yo no estuviera preso.

Entonces la Jueza sacó su mejor carta: “Acusado, así que usted llamó a no votar, usted es como la gatica María Ramos, tira la piedra y esconde las manos, porque usted votó”. Aunque si participé en los comicios, realmente puse en la boleta un enunciado político, pero debo reconocer que me desplomé moralmente. Mas, cuando miré hacia el fondo de la sala y vi a María Antonia Escobedo, la única persona de la oposición que conocía y estuviera allí.

A pesar de la confusión mental que tenía, traté de justificar mis actos, alegando que realmente reconocía que, si había votado, pero que lo había hecho producto de la cantidad de problemas que tenía, (era en medio del periodo especial) pero que ya ahora tenía un representante gubernamental a quien acudir cuando no tuviera pan ni leche para el desayuno de mis hijos, un par de zapatos que ponerse o simplemente su comida, tendría al Delegado del Poder Popular para que resuelva mis problemas.

La Jueza ni lenta ni perezosa volvió a su ataque: “Eso no es así, para que usted tenga una idea, la revolución no tiene una varita mágica para resolver todos los problemas” entonces me paré, sin pedir permiso, pero no me dijeron nada y le dije: “Lo voy contar una fábula: “Los indios eligen un Cacique, si no llueve matan al Cacique, pero si llueve mucho matan al Cacique, porque eligen un Cacique para que resuelva el problema, de lo contrario para que quieren el Cacique.

Debo ser honesto con mi memoria, solo recuerdo la voz de la Jueza cuando dijo: “¡Llévenselo!. Lo que pasó después no lo recuerdo, un halón de brazo, y volvieron mis recuerdos ya estando en el calabozo de la sala, a unos cuantos metros del lugar.

La gran satisfacción que tengo es que pude burlar a la Seguridad del Estado, la Fiscalía y a la Jueza y de los que participamos en el reparto de octavillas, solo yo caí preso. Me la ingenié para hacerle creer que solo yo había tenido otro tipo de partición en los hechos y no impliqué a nadie más.

Hoy con este relato quiero brindarles honor y reconocimiento a tres de los que más se arriesgaron en estos hechos y que fallecieron antes de logar nuestra libertad: Juan Antonio San Emeterio, Juan José San Emeterio Sarmiento y Joaquín Barriga San Emeterio.

Florida, 8 de junio, 2025