Centro para la Democracia Proactiva

Centro de Estudios para la Democracia Proactiva
“José Ignacio García Hamilton”
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El régimen cubano, que llegó al poder mediante la acción armada, estableció un gobierno bajo la prerrogativa de la meritocracia revolucionaria. Una condición de sacrificio supremo que le otorga el privilegio de ejercer el poder de forma indefinida.

El propio Fidel Castro siempre cuestionó la llegada al poder de cualquiera que no hubiera enfrentado ese sacrificio “supremo”. Por lo que consideró como un delito de la mayor magnitud toda acción de oposición armada. Incluso, la posesión de un arma de fuego podía conllevar a la pena de muerte, hay ejemplos sobrados.

Por tanto, todo cuestionamiento al poder debía pasar por el escrutinio de su meritocracia revolucionaria. Esa condición reservaba el poder sólo para esa dirigencia histórica, que afortunadamente biológicamente se ha ido extinguiendo.

El ajuste biológico ha ido mutando el poder a una nueva casta, que no viene bajo esa prerrogativa del derecho histórico y que asume la responsabilidad de un país en ruinas.

Por eso, no es casualidad que esa casta se vea motivada a consolidar el control del país a través del respaldo político y económico de potencias extranjeras, como Rusia y China. A una nueva dictadura para imponer los nuevos miedos los nuevos verdugos necesitan del apoyo de viejas dictaduras.

Sin embargo, esas prebendas económicas no alcanzan para satisfacer las necesidades de tantos, que se consideran beneficiarios de una mejor posición económica por su posición y trayectoria política en defensa de la meritocracia revolucionaria en proceso de extinción.

Aquí comienza el conflicto y cuestionamiento al poder de esta nueva meritocracia, que basa sus méritos en los méritos comunes de muchos: ser integrados, o sea, pertenecer a las diferentes organizaciones políticas y de masas, haber recibido similares formaciones políticas y académicas, participar de los mismos sacrificios: escuela al campo, trabajos voluntarios y algunas que otras misiones internacionalistas.

En estas nuevas circunstancias históricas hay muchos “más iguales que otros”, por lo que se hace difícil imponer esta nueva meritocracia, fenómeno político que hemos denominado como la “revolución de los iguales”.

Como es natural este fenómeno comienza a visibilizarse en el mundo intelectual, ya hay muchos acontecimientos y actitudes de personas que lo ilustran. En estos momentos es noticia la Declaración de la Asamblea de Cineastas Cubanos y la confrontación con la Seguridad del Estado de la Profesora Alina Bárbara López Hernández, quien ha dejado bien claro la importancia de la confrontación intelectual en la revolución de los iguales.

Sin embargo, en Cuba los “más iguales que otros” se dividen en dos grupos: los que siguen viviendo como hasta ahora y los que no pueden seguir viviendo como antes. Estos últimos son los que se pueden convertir en la gente del cambio, en esta revolución de los iguales.

Florida, 28 de septiembre, 2024