Centro de Estudios para la Democracia Proactiva
José Ignacio García Hamilton
www.centroparalademocraciaproactiva.org
Las protestas políticas pueden tener dos motivaciones diferentes, contra la existencia de un régimen opresor que, conculca todas las libertades, o por intereses ideológicos de una élite que, moviliza a sus seguidores para que realicen aquellas actividades que apoyan sus objetivos políticos.
Se podría decir que las protestas contra un régimen opresor cuentan con una legitimidad de origen, surgen de forma espontáneas y no tienen una estrategia organizativa, como si le faltara una cultura en el ejercicio de esa acción. La misma naturaleza de los regímenes opresores, y si son de corte totalitario más, impiden la organización de las protestas políticas.
No se puede determinar a ciencias cierta la razón del surgimiento de la lucha cívica no violenta y cuáles intereses estratégicos están detrás de ella, a pesar de todo lo que se ha escrito sobre eso. Lo que sí está claro, que la izquierda internacional se ha tomado muy en serio defender ese tipo de lucha.
La lucha cívica no violenta favorece más a la izquierda en su ambición totalitaria, que a lo que se le ha dado por llamar derecha. Si la izquierda ya está en el poder le conviene que sus opositores se manifiesten pacíficamente y no le comprometan su tranquilidad autoritaria. Si las protestas se realizan en un país de corte democrático, entonces sus acciones de protestas también deben ser toleradas de forma pacífica, sin violencia por parte de los encargados de la ley y el orden.
La izquierda es un ente ideológico que, aunque posee ciertos conceptos escritos, tiene un comportamiento práctico que es una cultura de existencia. Por tanto, en el caso que nos ocupa hoy, que son las protestas, a los simpatizantes de la izquierda no hay que darle orientaciones sobre las acciones a realizar. Sus simpatizantes usan la violencia desmedida y utilizan todos los medios necesarios para lograr sus objetivos sin previa orientación. Eso permite la acción espontánea y simultánea, tanto de forma individual como colectiva.
Lo que se ha dado por llamar derecha, que no es más que la ausencia de izquierda, se apoya más en una cultura conservadora, que practica más el orden social y el respeto a la propiedad, por lo que asimila mejor la creencia de la lucha cívica no violenta. La propiedad es muy importante porque los intereses económicos tienen un gran peso en las decisiones políticas. La izquierda lo tiene en cuenta y por eso con la destrucción de la propiedad privada logra hacer una gran presión política.
Por tanto, un simple análisis de las características de las protestas políticas y la naturaleza de los regímenes totalitarios lleva a la conclusión que solamente con protestas pacíficas no se compromete la gobernabilidad de los regímenes totalitarios, y de izquierda menos. Mientras la izquierda con sus métodos violentos seguirá imponiendo su voluntad política.
Florida, 18 de julio, 2021