Dr. Roberto Serrano Delís
Director de Programas
Email: robertosd63@yahoo.com

La MAYA, Santiago de Cuba, 5 de noviembre del 20111 – En la búsqueda de los factores que inciden o retrasan el proceso democrático en Cuba, el Centro de Estudios Estratégicos para la Democracia Proactiva ha realizado un extenso analisis del del alcoholismo como mecaniso de control politico y social en los regimenes totalitarios, haciendo hincapié especificamente en Cuba.
Durante el estudio se demostró que las necesidades que emergen en el desarrollo de los procesos sociales se van configurando de acuerdo a las problemáticas, tendencias y contradicciones que se originan en la trama de las relaciones económicas, políticas, sociales y culturales en los diferentes contextos. Esta dinámica influye en las transformaciones de la sociedad a nivel global.
De aquí parte la estrategia de contaminar las sociedades capitalistas durante la guerra fría inundándolas de drogas. El propio Fidel Castro defendió esa teoría, algo que está bien documentado y parece que sigue siendo una razón ideológica, además de económica, el envío de dragas hacia Europa y a los propios Estados Unidos.
El uso de drogas legales e ilegales es una manera efectiva de desestabilizar la sociedad, ya que provoca diariamente la pérdida de vidas y de valores humanos y morales de quienes las consumen. Siendo generadora, además de contradicciones en el ámbito social, institucional, interpersonal y personal.
Los países a nivel internacional reconocen y han tomado conciencia de este flagelo de la humanidad y se unen en la lucha y cooperación contra el tráfico y la prevención del uso indebido de las drogas, así como la violencia generada por las mismas. La Organización de Naciones Unidas lidera estos propósitos a través de las políticas a seguir por todos sus miembros.
En la mayoría de los gobiernos constituye una prioridad estatal la existencia de programas y planes antidrogas, que se concretan en estrategias a nivel comunitario, escolar y familiar esencialmente.
En Cuba existe una doble moral al respeto, por un lado el régimen, está consciente de los efectos enajenantes del alcohol, que anestesia e inhabilita del sistema nervioso central y se aprovecha de sus efectos para desviar la atención de los individuos consumidores en relación a los graves problemas sociales, económicos y políticos que lo rodean y le afectan, sacando o teniendo fuera del juego a un número considerable de cubanos, que potencialmente podrían protestar o/y luchar por mejorar el estado mísero en que viven. Además, ha limitado su capacidad de discernir, respecto a cuáles son las causales y los causantes de estos males.
Por otro lado, la oferta constante de bebidas alcohólicas le permite al gobierno dar la impresión de tranquilidad ciudadana, alegría del pueblo, sensación de apoyo a la política establecida y por ende de sus “conquistas” y celebraciones, y de que existen motivos en el país para festejar constantemente.
El aparato de poder teniendo en cuenta que el sector juvenil resulta por excelencia rebelde, le facilita el acceso de bebidas en diferentes lugares, no siendo estricto en las regulaciones respecto a su venta, incluso a los que no han alcanzado la mayoría de edad. Todo con el objetivo de entretenerlos, no dándole la oportunidad o al menos disminuyendo la posibilidad de que en las grandes aglomeraciones o reuniones de amigos inciten o sean incitados a la desobediencia civil.
En teoría y para sintonizar con las instituciones internacionales se crea una gama de supuestos programas de atención social para el trabajo preventivo que se estructura a partir del Plan Maestro de la República y de la Comisión Nacional de Drogas, que se concreta mediante un programa nacional integral de prevención, con cinco estrategias donde se incluyen diferentes ministerios estatales y la rectoría del Ministerio del Interior (Programa Nacional Integral de prevención del uso indebido de drogas, 1999).
Sé es parte de varios instrumentos de lucha contra las drogas como son: la Convención Única de Estupefacientes de 1961, La Convención de Naciones Unidas Contra el tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas de 1988 y del Convenio de Sustancias Psicotrópicas de 1971.
Por otro lado, se establecen relaciones con varios organismos internacionales: Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas desde 1986, Mecanismo de Cooperación, Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas desde 1986, Mecanismo de Cooperación y Coordinación de Naciones Unidas sobre Drogas para el Caribe. Mecanismo de Cooperación sobre Drogas entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe, Organismo encargado del Enfrentamiento al Tráfico Ilícito de Drogas en América.
A la par en el país se le da tratamiento a las personas vulnerables o que ya han tenido contacto con las drogas mediante la Comisión de Prevención y Atención Social, Grupo de Ayuda de Alcohólicos Anónimos, Línea Confidencial Antidrogas, Centro Comunitario de la Salud Mental, etc.
Dentro de los objetivos nacionales se encuentran potenciar la participación activa y cohesionada de todos los sectores, priorizar el trabajo comunitario, estimular en la población joven la formación de valores de la sociedad cubana, evitar que el uso indebido constituya un fenómeno social en la Isla.
Según se observa en estos esquemas estructurales, en Cuba la lucha contra las drogas posee una estructura muy detallada y vertical desde los ministerios hasta las comunidades y con objetivos muy loables, además de su integración a diferentes instrumentos y organizaciones internacionales. Sin embargo, todo ese aparataje estructural es solo eso, pues en la práctica totalmente no funciona, y no porque no existan medios y capacidades humanas para lograrlo, sino porque es solo una apariencia, ya que la voluntad gubernamental va dirigida a que precisamente no funcione, principalmente en el consumo de bebidas alcohólicas. Por ello nos preguntamos, ¿ya el alcoholismo no constituye un problema social en el país y en qué medida se han cumplido, entonces los objetivos trazados? Si el propio gobierno estimula su consumo y prioriza su venta sistemática y masiva, sin considerar que aunque sea legal, no deja de ser una droga que contribuye a mantener la pobreza extrema, que como método de contención política, el régimen somete al pueblo cubano.
A la par de esa disponibilidad de bebidas alcohólicas en cualquier parte del país, existe una tendencia de la población trabajadora, incluso en sector de la salud, a consumir alcohol de la cuota asignada a las dependencias médicas. A pesar de las múltiples mezclas con otros fármacos, siempre se las arreglan para hacerlo ingerible, al menos en apariencias. Y todo lo demás se les suma una producción, distribución y comercialización de alcohol de extracción artesanal a través de las redes del mercado negro.
El consumo del alcohol en cualquiera de sus presentaciones, siempre se atribuye a diferentes factores, pero igualmente derivados del mal gobierno instaurado en Cuba. Entre los múltiples factores se enumeran la desesperanza, la obstinación, las pocas ofertas o/y acceso a las ofertas culturales de muy desigual presencia por provincias, municipios y poblados. La indefensión expresada en el ¿qué vamos hacer? o en el que “no hay otra cosa”, el pesimismo y como factor de resumen, la pobreza.
Todo lo anteriormente planteado se corrobora por el incremento del número de alcohólicos en Cuba en la última década según datos estadísticos e investigaciones del país. Además de que se observa marcadamente una mayor cantidad de alcohólicos crónicos en las calles. Un consumo excesivo de todos los grupos sectarios, aunque los jóvenes se destaquen.
Se ha elevado igualmente el número de ingresos de alcohólicos a los hospitales psiquiátricos y clínicas desintoxicantes.
En una derivación gradual a nivel de país se suceden fiestas populares sistemáticas o casi a diario. Abundan los puntos de ventas directas de alcohol y tabaco, incluso para su consumo en lugares públicos como heladerías, cafeterías, etc.
Existe un clima tendente al uso indiscriminado de drogas en la población. Las relaciones sociales y culturales están mediadas esencialmente por el consumo. Los espacios existentes para la recreación sana están subutilizados. Existe una carencia de alternativas viables y de una política gubernamental e institucional para la solución de esta problemática nacional.
Los jóvenes presentan un comportamiento social con tendencia al consumo preferentemente de alcohol y tabaco. Muestran insatisfacción en cuanto a la atención familiar en algunos casos y estatal, a sus necesidades económicas, sociales y personales, por tanto en vez de alejarse de las drogas, estimulan el consumo propio y de sus colegas.
En resumen, son muchas las consecuencias negativas, y que se conocen que provoca el consumo del alcohol en exceso para la vida del hombre en sociedad, a largo, mediano o corto plazo: pérdida de la salud mental, y general, aislamiento, violencia, etc. Además de las contradicciones sociales entre la que se encuentran, la existencia de programas y campañas de prevención y la venta ya dicha de bebidas alcohólicas y tabacos, a nivel personal entre el hacer y el desear, a nivel interpersonal y familiar, los conflictos sociales reales o irreales.
Ahora bien, todas estas condicionales, incluso la pobreza y el alcoholismo están presentes en casi todas las sociedades, países y sistemas sociales. Lo diferente aquí es que se utilicen estos factores de manipulación política y paradójicamente por una supuesta revolución que costó miles de vidas, para eliminar esos supuestos vicios atribuidos a las malas políticas de esos malos gobiernos.
¿Las posibles soluciones?
En tanto a nivel gubernamental no se trace una política verdaderamente preventiva, basada en estrategias que se contextualicen en su gestión a partir de la integración de lo personal con lo social, brindando así la posibilidad a los individuos de ser no solo objetos de dichas estrategias, sino sujetos de su transformación.
Estrategias que faciliten al individuo aprendizaje, para conducirse positivamente ante las dificultades económicas, sociales y culturales que atraviesa el país. Que significa enfrentarlos de una manera diferente.
Esa política deberá tener como antesala una nueva política, valga la redundancia del partido en el poder, que propicie la erradicación o minimicen las causales que provocan el consumo del alcohol, incluyendo por supuesto, la intencionalidad del gobierno cualquiera que sea, de utilizar el alcoholismo como mecanismo de control social y político. Sin embargo, esta demás que si no se logra un cambio al actual en el país no se pasará de propuestas como estas.
Por otro lado, se manifiesta una actuación donde prevalece la alta desvalorización de la sociedad cubana, en centros escolares, en las comunidades, constatado a través del índice elevado de violencia, que en territorios como Songo – La Maya, municipio Santiago, llegan a ser alarmantes (aspectos que por supuesto no se dan a la publicidad), también abunda la prostitución, la falta de educación formal, etc.
Y esta falta de valores no se resuelven automáticamente con la democracia, incluso las libertades individuales y colectivas pudieran exacerbar estas deformaciones éticas y morales, los que hay que saber darle un enfoque que entre en contradicción de los supuestos intereses de esa gran comunidad de consumidores de bebidas alcohólicas y sus derechos individuales. En la actualidad en Rusia y muchas de las repúblicas de la antigua Unión Soviética tienen un consumo crónico de alcohol, ya que allí también se utilizó el alcoholismo con los mismos propósitos políticos que Cuba. Así que aun terminando el régimen actual tendremos que seguir arrastrando sus cadenas, pero al menos con libertad.
Colaboradores:
Ing. Hergues Frandín, Director del CEEDPA
Lic. Yusmila Reyna, Directora de Relaciones Públicas